Se juega como se entrena


Está claro que el ser humano realiza las acciones basándose de unas cualidades innatas además de la experiencia cognitiva, basada está, en la percepción, memoria y aprendizaje. Las cualidades innatas, son cualidades que no dependen de la experiencia individual, se pueden mejorar progresivamente, pero tiene un margen de mejora pequeño y limitado. Las cualidades adquiridas, basadas en la experiencia tienen un margen de mejora mucho más amplio y por tanto se deben trabajar más. Con una buena metodología y una programación adecuada,  se pueden conseguir grandes mejoras de dichas cualidades. 

En el día a día es fascinante estudiar cómo las personas entienden el mundo en el que viven y también como abordan las cuestiones de cómo los seres humanos toman la información sensorial entrante y la transforman, sintetizan, elaboran, almacenan, recuperan y finalmente hacen uso de ellas. En el fútbol la metodología de entrenamiento ha de ser consecuente con este pensamiento, teniéndose que habituar al futbolista a tomar decisiones tras la acumulación de experiencias que se lo faciliten, en espacios de tiempo muy cortos. De ahí la importancia de la periodización táctica.

El entrenamiento ha de ir enfocado a preparar al jugador a lo que se puede encontrar en situaciones reales de juego, para facilitar a anticiparse a la acción y reducir el tiempo de toma de decisiones. El entrenamiento ha de ser como un simulador de vuelo, donde se perciban las posibles circunstancias y el jugador sea capaz de saber en cada momento que hacer y con un tiempo de reacción excelente, además de facilitarle prever las diferentes opciones y elegir la más conveniente,  o al menos no elegir las peores.


Además de entrenar como se pretende jugar, siguiendo un modelo de juego y un patrón, acostumbrando a los futbolistas a situaciones reales. Hay que elaborar sesiones amenas donde el futbolista y el balón sean prioritarios, sesiones completas donde se trabajen todas esas partes que componen el fútbol, sesiones intensas para poderle sacar el máximo rendimiento, sesiones no muy largas con el objeto de no saturar al jugador.

Dichas sesiones de entrenamientos, bien enfocadas y elaboradas, cumpliendo esas premisas ayudaran al futbolista a superar uno de los enemigos más importantes del jugador cualificado, la ansiedad antes de competir, ese stress producido por el  desequilibrio sustancial entre la capacidad de demanda (física y psicológica) y la capacidad de respuesta, o más bien sobre las dudas sobre esa capacidad de respuesta.

Debemos preparar a nuestros futbolistas para que acojan ese modelo de juego que pretendemos, como si fuese suyo, debemos hacer que lo visualicen, lo sientan y lo vivan en cada sesión, que lo interpreten según sus cualidades pero sabiendo que se pretende con él y que además esa interpretación este en consonancia con la de los compañeros. Debemos proyectar la imagen que tenemos en mente, en el equipo y para ello hay que efectuarlo en cada entrenamiento.



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